Mi mamá no era lo que yo necesitaba.
- psicologagreciamor
- 6 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 jun
Hay tantos tipos de mamás como personas en el mundo. Y muchas veces, la comparación nos lleva a conclusiones que pueden volverse en nuestra contra. ¿Cómo saber si tu mamá no era lo que necesitabas, si justamente no lo tuviste?

Esa es una pregunta que ronda por mi cabeza cada vez que escucho algo relacionado con el tema. No quiero minimizar el sentimiento de decepción ni la añoranza de haber tenido una crianza diferente. Tampoco quiero restarle peso a ese dolor que aparece al imaginar los futuros posibles a los que podríamos haber accedido con una historia distinta. Mi intención es ofrecer una reflexión, una perspectiva distinta ante ese lamento que muchas personas cargamos.
Hay una crítica constante (a veces incluso en tono de burla) sobre el papel de la madre dentro de la teoría psicoanalítica, donde pareciera que toda la culpa recae sobre ella. Pero no hace falta ir tan profundo para notar su influencia: basta con prestar atención a nuestras conversaciones más íntimas. ¿Cuántas veces aparece nuestra mamá en esas charlas?
Y es que sí, la madre es fundamental en la vida humana. Es quien nos muestra el mundo y nos da un lugar en él. Es a través de ella que nos reconocemos por primera vez. Su voz y su mirada pesan. Y pesan mucho, incluso con el paso de los años.

Creo que cuando alguien dice “mi mamá no era lo que yo necesitaba” es porque ha hecho el valiente ejercicio de mirar su historia. De recordar, cuestionar, aprender nuevas formas de estar y acompañar, y hacer comparaciones entre el pasado y lo que hoy sabe. Imaginar cómo hubiera sido si mamá hubiera hecho tal o cual cosa.
Pero esto y aquí va lo importante, puede ser injusto contigo más que con tu madre. Porque la única persona que se lastima en esta comparación… eres tú. No sabemos si tu mamá piensa lo mismo, o si le interesa siquiera pensar en ese pasado
“No hay manera de saber con certeza qué era exactamente lo que necesitabas, qué hubiera funcionado mejor, o cómo serías hoy si las cosas hubieran sido diferentes.”
Aferrarnos a la idea de que “mi mamá no fue lo que necesitaba” puede convertirse en una forma sutil y muy dolorosa de tortura. Una que sabotea el bienestar que hoy, genuinamente, estás buscando.
Pero identificar aquello que sí necesitabas y traducirlo en acciones concretas, cosas que te hubiera gustado que tu mamá hiciera contigo y por ti, puede abrirte una nueva posibilidad: la de dártelo tú. Una oportunidad de resignificar tu historia y transformar la negligencia del pasado en nuevas formas de amor y cuidado propio.
La relación con mamá es compleja, y siempre es de dos. Pero si hoy la otra parte no quiere hablar, no puede o no está dispuesta a resolver nada, recuerda: tú aún tienes la posibilidad de cuidarte, de elegir un lugar en el que puedas sentirte más libre, más tranquilx.
Algo que me ha servido mucho es aprender a humanizar a mi madre. No para justificar todo, ni para tapar las heridas; Sino para verla desde su humanidad: sus carencias, sus errores, sus propios dolores.
Tener compasión por lo que también fue difícil para ella me ha permitido mirar distinto su historia… y también la mía.
“La buena noticia es que, ahora, tú puedes poner tu propia mirada y tu propia voz para transformarse y darte un nuevo lugar en el mundo, si es que el primero no te gustó.”
A veces aunque nos parezca injusto nos toca arreglar lo que otros dañaron. Sé que no todas las historias son iguales.
No pretendo minimizar ni generalizar, solo quiero compartir esta forma de mirar, con el deseo profundo de que mis palabras te lleguen con respeto.
Con cariño, Grecia.




Comentarios