Muchos le atribuyen a la intuición características mágicas e inexplicables; cuando llega una sensación que invade el cuerpo y la mente ante el conocimiento o revelación de algo, así suenan las frases que se lanzan “no sé cómo explicarlo, sólo lo siento”, con esa certeza que parece estar llena de dudas ante la falta de pruebas pero en donde basta la sensación en el pecho, en el corazón, para tomarla como una verdad absoluta sin lugar a dudas.
En mi opinión, la intuición tienen que ver totalmente con el sentir, así es como logra colarse y hacerse presente en nuestra plano de la realidad, en donde esta sensación se va construyendo por muchos factores, tiempo, paciencia, comprensión y conexión con nuestro propio mundo interior, probablemente es el resultado de hacerle caso activo a nuestro cuerpo con sus cambios y señales que avienta a manera de comunicación; es el regalo que nuestra mente y alma nos otorga por priorizar nuestra voz por encima de las demás voces que nos rodean y nos atraviesan.
Las formas en que la información llega hacia nuestras manos (mente-ser) son invadidas irrumpiendo constantemente las “certezas” que se se pueden ir construyendo poco a poco, las dudas parecen el pan de cada día y las respuestas que logren tranquilizar dando soporte parecen cada vez más carentes. La facilidad de perdernos de vista es mucha y el retorno a uno mismo se vuelve un camino lleno de obstáculos en donde librarlos se convierte en una tarea diaria de navegación en redes sociales, exploración de cuentas de ensueño en donde la realidad que se muestra es una realidad alterada por filtros, colores y poses perfectas, y terminamos así, en el vacío con toda y con nada de información.
Me gusta ver y sentir la intuición como el premio que se tiene por el respeto a nuestra propia esencia, por la defensa de nuestra autenticidad que se va destapando cuando decidimos que la honestidad hacia con uno mismo será el banderazo de salida a la exploración, que más bien, es una salida para dentro, cuando decidimos que es mejor cerrar los ojos ante las angustias y dudas y abrirlos y permitir la entrada indiscriminada de opiniones externas.
La suma de la escucha y presencia de los nuestros conocimientos previos, de la delicada atención que damos a nuestro cuerpo y sus múltiples voces traducidas en sensaciones y la valentía de hacernos caso de forma activa, es lo que dará por resultado la llamada intuición. Es hacer uso de esas herramientas sutiles y delicadas que viven en nosotros mismos pero que son muy fáciles de olvidar por las distracciones del día a día. La magia es poder seguir usando nuestros recursos emocionales como una herramienta poderosa y valiosa, elegirlos como primera opción ante los nuevos seductores recursos y herramientas que prometen resolver la vida en menos de 24 horas.
La intuición se desarrolla porque en realidad ahí está, desde que nacimos somos y tenemos un cuerpo que nos otorga la certeza de que pertenecemos y estamos a salvo en un mundo lleno de riesgos y peligros, hace falta seguir confiando y respondiendo a ese cuerpo que nos da un lugar en el mundo, que nos sostiene y que es incapaz de soltarnos, a cambio, sólo pide ser escuchado, atendido, observado y respetado.
Espero que esta pequeña visión y reflexión sobre lo que para mi es la intuición haga un poco de sentido en tu vida y te abra el camino a fomentarla, a cerrar más lo ojos y abrir más el cuerpo ante las sensaciones que existen en él ante cualquier situación de tu día a día.
Con cariño,
Grecia.