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Infancias

  • psicologagreciamor
  • 11 abr 2022
  • 3 Min. de lectura

El mes de abril nos trae un recordatorio de nuestra infancia, de que alguna vez fuimos niñxs y que por alguna extraña razón lo olvidamos o preferimos no recordarlo, claro, eso tiene que ver con nuestra historia y cómo atravesamos por esa etapa. En esta ocasión quiero que me acompañes a hacer una reflexión acerca de lo que sucede con nosotros los adultos y nuestra relación con las infancias que nos rodean, porque, sea nuestro deseo o no, formamos parte de una sociedad en la cual los niñxs están involucrados y por lo tanto, nos hace partícipes en la interacción.


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Lo pondré de esta manera: todos somxs co-criadores en esta sociedad, nos guste o no, sea nuestra decisión o no. Sí, puede escucharse fuerte y en contra de la voluntad de aquellxs que han decidido no ser madres y padres, pero pensemos en este ejemplo: imagina que estás en un restaurante y que un niño pasa corriendo por tu mesa, tú decides hacerle mala cara, hacer un comentario rudo en relación a la edad del niñx o incluso una mirada despectiva y de desaprobación total. ¿Qué te imaginas que puede sentir ese niño o niña?, ¿tú que sentirías si otro adulto te hiciera lo mismo siendo tú un adulto?, ¿te defenderías, lo ignorarías o cómo responderías? Bueno, afortunadamente, tú en tu condición de adulto, tienes la capacidad de procesar el momento y de hacer una selección de respuesta adecuada, desafortunadamente, esa niña o niño no puede hacerlo porque apenas está en esa construcción por la cual, sin duda, tú ya pasaste.


Ojo, no estoy diciendo que no se le puede o debe de decir nada a los niños y niñas que faltan al respeto a los demás o que su comportamiento está siendo inadecuado, me estoy refiriendo y haciendo un fuerte énfasis en la amabilidad y respeto que ellxs merecen por el hecho de ser otros seres humanos, que merecen nuestra paciencia y atención, y por lo tanto tienen todo el derecho de obtener de nosotros una respuesta amable, un trato justo como el que nos gustaría que nos dieran. Eso es co-criar en sociedad, enseñar que desde niñxs merecemos un lugar digno y justo en la sociedad alejado de la discriminación; tarea compleja para una sociedad y cultura centrada en el adulto.


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Tener presente que nuestras palabras, acciones y respuestas tienen impacto en la vida interna de ese niño o niña que está corriendo, nos hace ser responsables de contribuir de la mejor manera a la experiencia de crecimiento de ese ser. Tú también eres la muestra y el ejemplo de los adultos en los que ellas y ellos se convertirán.


Definitivamente la decisión de ser madres y padres es compleja y es totalmente respetable si se decide no serlo, sin embargo, el decidir no asumir este camino no es justificación o sinónimo de ser cero tolerantes con otros adultos que sí se embarcan en ese recorrido de vida; son adultos que atraviesan por momentos vulnerables y que también necesitan soporte y contención de otros adultos que les rodean pero que, en muchas ocasiones, se topan con una sociedad que repele esos procesos de adaptación y que cierran las puertas y las oportunidades de convivencia y desarrollo.


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Necesitamos recordar nuestras infancias con intención y compasión, necesitamos fomentar en nosotros mismos tolerancia a aquellos procesos de crecimiento que creemos desconocidos y que los sentimos alejados de nuestra vida pero que en realidad habitan en nuestra historia de vida y constantemente tocan a la puerta con reacciones, sensaciones, pensamientos, ideas y juicios.


Deseo que esta reflexión ayude a replantearnos la importancia de la infancia en nuestra sociedad y nos haga tomar acciones desde nuestra trinchera. Recuerda tu recorrido, recuerda las palabras que te pronunciaron y permítete sentir y actuar todo aquello que en su momento fue bloqueado.




Con cariño,

Grecia.


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