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Parejas que regresan

  • psicologagreciamor
  • 15 oct 2021
  • 3 Min. de lectura

Seguro en algún momento de tu vida te has topado con la historia sin final de alguna relación de pareja, sea propia o ajena, siempre son tramas inquietantes y que llaman mucho la atención de los espectadores alrededor ¿qué pasa con las parejas que regresan y regresan como un ciclo que parece que se lleva en automático?


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Parece que cierta parte del vínculo de pareja se puede vivir en tres tiempos: primero durante la relación de pareja que sigue a flote y se vive como tal, segundo, en el término de la misma en que se vive un ruptura y todo lo que esta conlleva y tercero, cuando se da paso a una forma de vínculo que está destinado a alimentarse de esos encuentros “casuales” con el/la “ex”, y que se siente una necesidad de solo quedarse ahí. En esos encuentros ocasionales que dan vida a una nueva (pero conocida) forma de ser nosotros mismos, de tratarnos, de mirarnos y de encontrarnos. Sin embargo, cuando se trata de “formalizar” esa nueva situación y pasar de ser encuentros casuales a volver a ser “tú y yo” en un vínculo enmarcado por la formalidad del noviazgo, todo vuelve a fracasar y la relación, de nuevo, termina. Y así en numerosas ocasiones.


¿Por qué no me termino de ir?

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En la sensación de libertad que la ruptura otorga, se conocen personas y situaciones nuevas que reflejan una parte de mi persona que no conocía o que estaba dormida y que despierta una sensación de asombro moviendo la pequeña esperanza (si la hay) de saber qué pasaría si le muestro esta nueva faceta de mi a esa persona que dejé en el pasado, nace la duda de poder retomar o mejorar (ahora sí) lo que quedó pendiente, se regresa con una nueva cara, con nuevo aire y esperanza, pero al paso de la relación y el tiempo nos damos cuenta que no, que seguimos siendo los mismos y que probablemente regresé para comprobarlo, para darme cuenta que no hay que se pueda hacer, regreso para terminar de irme.


Regresar es una forma de terminar.

Se regresa con la ilusión de sentir lo que alguna vez se llegó a sentir, la emoción del primer encuentro, del enamoramiento, de la excitación de los primeros encuentros sexuales, pero al regresar a esos lugares, es también regresar a la lucha fallida en donde dos personas ya no pudieron encontrarse. Se regresa también con la necesidad escondida de tratar de recuperar lo que se dejó ahí en el otro, de reclamar el tiempo, los momentos, los planes y emociones depositados y te topas con la cruel realidad de la imposibilidad de recuperarlos, porque comprometerse en una relación con el otro es asumir cierta pérdida de entrada, una pérdida que se asume en el nombre del amor y que se necesita para poder hacer nacer el vínculo.


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La separación es un proceso muy lento y lleno de vaivenes, de subidas y bajadas que ponen en jaque lo más intenso y profundo de un vínculo, que despierta las heridas de las historias de cada miembro y lo obliga a afrontarlas, por lo tanto, es estar juntos pero a la vez separados. El proceso se vive en ambas personas pero cada una la podrá cruzar con diferentes recursos y estrategias, lo que hace de la ruptura algo único y singular.


Deseo que esta reflexión y perspectiva de abordaje pueda ayudarte a comprender los “para qué” de terminar y regresar, escucha el ciclo.



Con cariño,

Grecia.




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